EL FUEGO DE LA REDENCIÓN

🔊📖🐔 EL CANTO DEL GALLO

🗓️ Miércoles, 4/6/2025

Serie: HASTA QUE EL MUNDO ARDA 🔥

EP#2 EL FUEGO DE LA REDENCIÓN

📖 "a otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor..." Judas 23

Hay un fuego que no redime. Un fuego que no habla, ni purifica, ni guía. Un fuego que no viene del altar de Dios, sino del abismo del juicio. No es la llama que ilumina el rostro de Moisés, sino la que aflige eternamente el alma que en su rebeldía rechazo de Dios la redención. Contemplemos lo que Cristo ha hecho: librarnos de ese fuego que castiga sin consumir ni restaurar.

La Escritura lo llama gehenna, el fuego preparado para el diablo y sus ángeles (Mateo 25:41), un fuego eterno, no simbólico, sino real, ardiente, justo. No es metáfora para el alma moderna. Es la sentencia del Dios Santo ante el pecador que no se arrepiente.

Ezequiel vio el juicio descender como llama que lo arrasaba todo. Judas, en su carta breve y urgente, clama: “¡Arrebatadlos del fuego!” La imagen es dramática: una mano que rescata del borde del abismo, de un incendio irreversible. La palabra griega traducida como “arrebatad” (harpázō), un verbo de acción inmediata, que significa arrancar con fuerza, como quien quita algo de las garras de un depredador. Así nos libra Cristo. No suavemente. No con diplomacia. Con urgencia, con poder.

No hay redención sin entender el castigo. El pecado no es una falta leve. Es encender fuego extraño en el altar santo, como Nadab y Abiú (Levítico 10:1-2). Es encender un altar al ego donde sólo Dios debería ser adorado. El fuego consumidor de Dios (esh okelah), “fuego que devora”— es el destino justo del alma que permanece en rebeldía.

Pero ahí entra la gracia. Cristo no evitó el fuego: entró en él por nosotros. En la cruz, no sólo sufrió físicamente. Se sumergió en la llama del juicio divino. Un poeta lo graficó diciendo: “El infierno tocó su alma para que el cielo tocara la nuestra.”

Martín Lutero, temblando ante la justicia de Dios, halló descanso al comprender que: “Dios no nos exige lo que Él no ha provisto en Cristo.” Así, el mismo que encendió el juicio, proveyó la salida. Él no sólo nos salva del fuego. Nos salva con fuego. El fuego del Espíritu reemplaza al fuego del juicio. Uno nos purifica. El otro nos consume.

No fuimos salvos por ser mejores. Fuimos salvados por misericordia. La palabra “salvar” en Judas 23 proviene del griego (sōzō): rescatar, sanar, preservar de la muerte. Cristo no solo nos libra del juicio venidero. Nos da vida nueva, no para vivir entre cenizas, sino como antorchas encendidas por su amor.

Como dijo Billy Graham: “El infierno fue hecho para el diablo, no para ti. Dios ha hecho todo lo necesario para que no vayas allí.” Luis Palau gritaba en sus campañas: “¡Hay salvación! ¡Hay cruz! ¡Hay rescate!” Hoy, esa noticia aún es llama que deshace cadenas.

No hay espacio para el orgullo en quienes hemos sido rescatados del castigo en el fuego eterno del infierno. Somos ex perecederos. Somos leña que no fue quemada. Y ahora, encendidos por otro fuego, el de Su Espíritu, no caminamos con temor del juicio, sino con gratitud ardiente. Cristo no apagó el fuego, nos cubrió para que no nos alcance. En Él, ya no hay más condenación (Romanos 8:1). Somos libres, no para jugar con las brasas, sino para proclamar con urgencia: ¡Hay un fuego que viene, y un Salvador que rescata!

Haz un alto urgente para reflexionar que: “por la multitud de sus misericordias no hemos sido consumidos” (Lamentaciones 3:22-24), libres del fuego eterno. Reacciona con gratitud a Dios llevando el fuego de Su gracia a aquellos cuyo fin son las llamas del infierno. 

📲 FRASE DEL DIA: No olvides que alguien movido por el fuego del espíritu fue la mano extendida de Dios para que seas arrebatado del fuego de la condena y colocado sobre el altar para compartir de Su amor con otros, hasta que el mundo arda.

🖋️ Nelson Gallitto