Fuego que Desafía

🔊📖🐔 EL CANTO DEL GALLO

🗓️ Viernes, 13/6/2025

Serie: HASTA QUE EL MUNDO ARDA 🔥

EP#9 Fuego que Desafía l

📖 Hebreos 11:34 “apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron poderosos en la guerra, pusieron en fuga ejércitos extranjeros…”  

El fuego de Dios no se enciende para dar ambiente a nuestras salas religiosas. No es una llama tímida que adorna los altares con estética espiritual. Es fuego que arde, que purifica, que consume, fuego que desafía. En Hebreos 11 no hallamos héroes cómodos, sino almas incendiadas. No encontramos tronos de oro, sino corazones ardientes que eligieron la eternidad sobre la estabilidad. Porque el fuego de Dios no entretiene… transforma, quema las cadenas de la comodidad.  

Abraham escuchó una voz sin mapa ni gps. “Sal de tu tierra y de tu parentela” (Génesis 12:1). El verbo griego usado en Hebreos 11:8, exēlthen, indica una salida definitiva, un abandono radical. Ur de los Caldeos no era un desierto primitivo, era una metrópolis floreciente. Pero Abraham ardió por algo mayor. “Esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” (Hebreos 11:10). El fuego lo desarraigó del confort y lo plantó sobre la promesa.  

John Stott escribió: “El llamado de Dios siempre nos saca de la comodidad hacia la incertidumbre, pero nunca hacia la soledad.” Abraham no caminó hacia la nada, caminó hacia el Todo. Porque quien ha visto a Dios enciende su corazón en lo incierto, y avanza sin temor.  

Moisés tenía acceso al trono. Criado en el palacio del Faraón, en toda la sabiduría egipcia (Hechos 7:22). Era el “príncipe de Egipto”, el hijo adoptivo de una diosa viva. Pero Hebreos 11:24-25 dice que rehusó ser llamado “hijo de la hija de Faraón”, y eligió sufrir con el pueblo esclavo antes que gozar de los placeres temporales del pecado.  

¿Qué fue lo que quemó los laureles egipcios en su alma? El fuego de un Dios que se revela en la zarza ardiente que no se consume (Éxodo 3:2). La gloria divina hizo cenizas las comodidades terrenales.  

Martyn Lloyd-Jones dijo una vez: “El mayor obstáculo para el avivamiento no es el pecado del mundo, sino la comodidad de la iglesia.” Hebreos 11:34 menciona que algunos “apagaron fuegos impetuosos”. Pero lo hicieron porque antes un fuego superior había consumido su corazón dentro de ellos.  

Sadrach, Mesach y Abed-nego no fueron consumidos por el horno babilónico porque ya estaban inflamados por una fidelidad indomable. Su alma ardía más fuerte que las llamas de Nabucodonosor (Daniel 3). No temieron al fuego externo porque ya vivían quemando sus cadenas por dentro.  

Amy Carmichael dijo: “El fuego de Dios no lastima; refina. No consume a los suyos, los define.” No fueron héroes temerarios, fueron hombres y mujeres rendidos, invadidos, inflamados por una pasión que ya no les permitía vivir para sí mismos.  

Arden por un fuego que los mueve a preferir una Cruz a una vil Corona. Los últimos versículos de Hebreos 11 son quizás los más encendidos: “Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada… de los cuales el mundo no era digno” (vv. 35–38).  

Este mundo busca seguridad, pero los del fuego buscan arder en adoración. No es masoquismo. Es visión. Como dice el versículo 13: “murieron sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos…” El verbo griego traducido “saludándolo”, implica deseo, anhelo, casi un abrazo a lo lejano. ¡Ellos abrazaron lo invisible porque ya estaban ardiendo en lo eterno!  

Dios no usa a quienes se aferran a su sillón de espiritualidad aparente. Usa a los que dicen como Isaías: “¡Aquí estoy, envíame a mí!” (Isaías 6:8), aun si eso implica ser quemado, sacudido, perseguido.  

David Livingstone lo dijo con claridad: “Dios no llama a los cómodos; llama a los dispuestos a ser quemados por Su causa.” El fuego de Dios sigue encendido. No en los templos de mármol ni en las redes sociales, sino en los corazones dispuestos a dejar todo por la causa de Cristo. Cuando el fuego cae, las excusas se derriten. Los planes personales se vuelven ceniza. La comodidad se vuelve una insostenible carga.  

Señor, quema mi tibieza, rompe mis cadenas, enciende mis huesos con la pasión de los que no se aferran a nada más que a Ti. Que mi vida no sea una lámpara decorativa, sino una antorcha que consume la noche, hasta que el mundo arda. Amén y amén.

📲 FRASE DEL DIA: “El fuego de Dios no lastima; refina. No consume a los suyos, los define.”  Amy Carmichael

🖋️ Nelson Gallitto