🔊📖🐔 EL CANTO DEL GALLO
🗓️ Martes, 1/7/2025
Serie: 5 BAJADAS 🏔️
EP#2: UN DESCENSO NECESARIO
📖 Lectura: Lucas 10: 30-37
Un hombre sale apresurado de la ciudad santa: Jerusalén. Se dirige hacia Jericó, que no sólo queda más abajo topográficamente, sino que te hace descender porque no tiene el mismo peso en lo espiritual. Algunos creen que se trataba de una ruta comercial bien estudiada por los ladrones, que se escondían a lo largo del camino: ellos sabían bien a qué comerciante atacar. Detrás de unas rocas que no prometían ningún peligro, se esconden estos maleantes que lo atacan sin piedad. Le quitan todo el esfuerzo de su trabajo. Todas sus posesiones. Lo desnudan y lo dejan medio muerto, tirado al costado del camino. Luego corren y se van con lo robado.
Pasa un sacerdote, un hombre que sirve a Dios en el templo de Jerusalén, pero él también está descendiendo. Lo ve tirado al costado del camino y se cruza hacia el otro lado. Lo ignora. Luego, pasa otro ayudante del templo: un levita que también está descendiendo por el camino. Uno más que lo ve y decide ignorarlo. Ambos siervos del templo podrían perder su oportunidad de servicio si tan sólo se acercaban a algo impuro, o medio muerto. Quizás, ésta era la excusa para no acercarse siquiera, a mirarlo de cerca.
Pero finalmente pasa un samaritano: un enemigo de los israelitas. De él, es del único del que se dice que caminaba por el camino. Cuando lo ve su corazón se conmueve en extremo: no puede dejarlo ahí. Así que baja hasta donde está este hombre medio muerto y hace todo lo posible por salvarlo. Le pone vino en las heridas para limpiarlas. Le pone aceite para suavizarlas. Lo venda en un acto de compasión. Lo sube a su cabalgadura. Caminando al lado suyo lo lleva hasta una posada. Paga cada gasto y arregla los gastos de su estadía en aquel lugar.
No sé, si te diste cuenta querido amigo. Pero el hombre de esta historia somos tú y yo. Que un día descendimos y el pecado nos agarró en el camino y nos dejó tirados, desnudos, muertos, sin esperanza. Y pasa la religión al lado nuestro; pero no puede de ninguna manera hacer nada para salvarnos. Las buenas costumbres, tampoco harán jamás el trabajo.
Pero un día. Un día glorioso, pasa Jesús y nos ve en nuestra condición y es movido a misericordia. Jesús baja a rescatarnos. Y usa sus ungüentos divinos para sanar nuestras heridas; esas, que el pecado ha profundizado en nuestras vidas. Esas, que pensábamos que jamás dejarían de sangrar. Esas que no le hemos contado a nadie pero que siguen abiertas, que siguen doliendo, que siguen allí. Se encarga de vendarnos para que el dolor deje de ser. Y nos acompaña en el camino, hasta que podemos ponernos de pie. ¿Acaso no te has dado cuenta de que él es el que pagó el precio de nuestra estadía? No solo eso. Prometió volver y pagar todo lo que falta. Decime si eso no es misericordia pura.
Pero esta historia termina con un desafío: ve y haz tú lo mismo. ¡Vamos hermanos! Si ya terminó tu tiempo en la posada, es hora de volver al camino. Es hora de ser como Jesús. Hora de tener un corazón que ve a los que están medio muertos y se mueve a misericordia. Hora de tener un bolsillo que está dispuesto a gastar en lo eterno. Hora de tener piernas que caminen para que otros descansen. Hora de escuchar los corazones heridos para que sanen.
El gran protagonista de la historia de la redención está pronto a volver. Y siempre me pregunto en qué parte del camino me habrá de encontrar. ¿Será que me encontrará dando pasos hacia abajo en dirección opuesta a él? ¿Descendiendo por el camino? ¿Lastimada por el pecado?
¿O será que me encontrará en medio de la tarea que Él me encargó que haga? “ve y haz tu lo mismo” ¡Oh Señor! No quiero tener la excusa del sacerdote, que por cumplir con una reunión me pierda de salvar una vida que se pierde. Que por no ensuciarme las manos no pueda tocar el dolor y ayudar a los miles que están tirados al lado mío. DAME TU CORAZÓN SEÑOR, PARA CAMINAR POR EL CAMINO, HACIENDO LO MISMO. AMÉN.
📲 FRASE DEL DIA: DAME TU CORAZÓN SEÑOR, PARA CAMINAR POR EL CAMINO, HACIENDO LO MISMO. AMÉN.
🖋️ Rocio Delgado