🔊📖🐔 EL CANTO DEL GALLO
🗓️ Jueves, 1/6/2023
Serie: 😁 SERIE DISFRUTANDO DE DIOS
CAPÍTULO 4: En los rincones
Mateo 6:6-13 "Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
Muchas veces algunos llamados creyentes y hasta algunos que se proclaman cristianos, actúan a contra pelo de lo que Jesús mismo recomendó, hacen discursos frente a altares, se golpean el pecho con palabras vanas y repeticiones sin sentido, Jesús dijo que orásemos como en secreto. Tu habitación secreta puede ser dondequiera – en la ducha, en el bus camino a tu trabajo, en tu trayecto al trabajo. Puedes cerrar todo lo demás y decir, “Señor, tengo media hora ahora mismo. Te amo, Jesús, y te adoro. ¡Esta es mi habitación secreta contigo!”
Es algo maravilloso estar encerrado con Dios, desarrollando una vida de oración consistente. Dios promete que mientras te conviertes en un siervo que le busca y ora, su presencia saldrá como fuente en tu vida – cerrando y abriendo puertas y obrando su orden divino a tu alrededor. Pero, algo mayor que esto sucederá: ¡la presencia de Dios te llevará a una revelación de su gloria! Existe una diferencia entre la presencia de Dios y su gloria. Muchos cristianos conocen su presencia – su gran obra en sus vidas – pero pocos conocen su gloria.
Éxodo, nos ofrece un vislumbre a esa diferencia: “Entonces la nube cubrió la tienda de reunión y la gloria del Señor llenó el tabernáculo.” (Ex. 40:34). Moisés, el gran siervo del Dios Altísimo, tenía su rincón secreto para estar a solas con Dios ¿Cuál sería el rincón secreto donde Moisés hablaba con Dios? A mí me encanta pensar que rincón de encuentro estuvo siempre frente a la sarza ardiente.
Todos queremos la presencia de Dios – dirigiéndonos, guiándonos, dándonos poder y bendiciéndonos. Realmente, ¿qué más puede desear cualquier creyente? Sin embargo, teniendo la seguridad de la presencia de Dios en su vida, esto no fue suficiente para Moisés, él sabía que había algo más. Y el clamó, “…Te ruego que me muestres tu gloria.” (verso 18).
Dios le mostró su gloria a Moisés. Pero no apareció en alguna nube luminosa ni en un temblor de tierra como demostración de poder. No, Dios expreso su gloria en una revelación sencilla de su naturaleza: “Entonces pasó el Señor por delante de él y proclamó: El Señor, el Señor, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia y verdad; el que guarda misericordia a millares, el que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado, …” (34:6-7). ¡La gloria de Dios fue una revelación de su bondad, misericordia, amor y compasión!
El apóstol Pablo escribe que el cuerpo de todo creyente es el tabernáculo de Dios: “¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?” (1 Cor. 3:16). Como los israelitas que vivían bajo la nube de la presencia de Dios, nosotros -y por la sangre gloriosa de Jesucristo nuestro Señor- estamos constantemente cubiertos de la gracia de Dios.
Ahora bien: ¿Cuál es la diferencia entre contemplar la presencia de Dios y contemplar su gloria? He escuchado a muchos cristianos decir: “¡Oh, como la gloria de Dios descendió en nuestra iglesia anoche! Hubo una alabanza tan increíble y la gente caía por el Espíritu.” Algunos pueden discutir, “pero, y, ¿qué de la experiencia de los discípulos en el Monte de la Transfiguración? ¿No era esa una manifestación de la gloria de Dios? Hubo una luz imponente y la aparición milagrosa de Moisés y Elías.” Pero la gloria de Dios no estaba en Moisés o Elías ni en la luz espectacular. Mas bien, su gloria estaba en Jesús: “…y su rostro resplandeció como el sol, y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz.” (Mt. 17:2-6).
Dios estaba diciendo: “aquí está mi gloria personificada, solamente en Cristo!” Jesús es el cumplimiento de todo lo que Dios dijo que él era para Moisés – lleno de gracia, misericordioso, paciente, abundante en bondad y verdad, el que guarda misericordia a millares, perdonando la iniquidad y la transgresión de pecados.
📲 FRASE DE VIDA: Mateo 17:5-8. Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd. Al oír esto los discípulos, se postraron sobre sus rostros, y tuvieron gran temor
🖋️ SG